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Falta de apetito, ¿por qué no tengo hambre?

Seguro que hay días que tienes más apetito que otros. La estacionalidad, el estado de ánimo o el estilo de vida afectan al hambre. Bajo situaciones de estrés o preocupaciones hay personas que reaccionan comiendo excesivamente, y, en cambio a otras, “se les cierra el estómago”.

El cuerpo es inteligente. Tanto en niños como adultos no hay que forzarlos a comer. La falta de apetito puntual, a priori, no tiene por qué preocuparnos, a no ser que conlleve un malestar general o una pérdida brusca de peso. En estos casos, tanto en niños como en adultos, no hay que forzar a comer. En este artículo describimos algunos de los motivos más comunes de la disminución del hambre y 10 consejos de cómo aumentar el apetito. ¡Descúbrelos!

Posibles causas de la falta de apetito

Esta falta puede deberse a muchas circunstancias y afecta a personas de todas las edades. A continuación, te describimos algunas situaciones frecuentes.

Estado de ánimo y hambre

Las preocupaciones, los nervios o si pasamos por un momento en que no estamos muy animados y mantenemos un estilo de vida muy sedentario, inciden en nuestra sensación de hambre. Situaciones de estrés o los cambios de rutina, como puede ser una mudanza o un trabajo nuevo, también alteran el apetito. Normalmente, recuperamos la apetencia de comer cuando estas situaciones mejoran y estamos más relajados.

El apetito cuando estamos enfermos

Acostumbramos a no tener hambre cuando estamos enfermos o a punto de enfermar. Además, algunos de los medicamentos o fármacos que utilizamos para mejorar ese malestar tienen como efecto secundario la pérdida de apetito. Un claro signo de que la persona se está recuperando es que vuelve a tener hambre y a comer más. Si estamos varios días enfermos, es importante intentar comer, aunque sea poco para ayudar al cuerpo a recuperarse más rápidamente.

Niños y apetito

Los niños están en constante periodo de crecimiento. Es normal que pasen temporadas en las que no tengan tanta hambre, y en principio, no debería ser motivo de preocupación siempre y cuando sea durante un período puntual y habitualmente mantengan unos hábitos saludables y una alimentación equilibrada. Los niños tienen la capacidad innata de autorregular la comida que ingieren y responder a sus señales de hambre y saciedad. A veces puede ocurrir que comparemos lo que comen nuestros hijos con otros niños o aumentemos el tamaño de las porciones del plato y nos parezca que el niño come menos que antes. En estos casos, puede que sea únicamente nuestra percepción.

Adultos mayores y sensación de hambre

Las personas de edad avanzada cada vez suelen tener menos apetito. Y es recomendable observar su comportamiento. Si las personas no tienen ninguna otra molestia, su salud es buena y su estado de ánimo y energía son habituales, no tenemos de qué preocuparnos.

Pero a veces esta inapetencia viene ligada a alguna enfermedad. En algunas ocasiones y, contrariamente a lo esperado, el cuerpo después de una operación o durante una patología emite cierto rechazo a la comida. Es en estos casos, debemos insistir en la importancia de comer y animar a nuestros familiares a que sigan comiendo.

Si la inapetencia persiste durante mucho tiempo o va acompañada de algún otro síntoma, es conveniente consultarlo con un profesional sanitario para valorar individualmente cada caso. En cualquier caso, los alimentos que se ofrezcan a personas con poca hambre deben ser apetitosos, pero a la vez, saludables y adaptados a su situación personal como en el caso de una persona con problemas de colesterol.

 

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10 consejos para aumentar el apetito

¿Cómo abrir el apetito? Cada persona tiene gustos diferentes, y puede sufrir inapetencia por distintos motivos. Por esto, es difícil marcar pautas de cómo tener hambre o aumentar el apetito. Pero a continuación os resumimos unos trucos que pueden ser de ayuda.

1. Priorizar los alimentos de alta densidad calórica: si tenemos inapetencia, cuánta más energía en cada bocado, mejor. Eso sí, siempre hay que potenciar alimentos saludables y de calidad. Las semillas y los frutos secos, junto con su versión en crema, como la crema de cacahuete o de anacardos, son una buena opción para añadir al yogur, a las tostadas o en tus alimentos y platos favoritos.

2. Limitar los alimentos con mucha fibra: aunque la fibra tiene muchas propiedades beneficiosas para la salud, una de ellas es el poder saciante que se le atribuye. Aunque no hay que eliminarla de la dieta, sí vale la pena combinar alimentos integrales con alimentos refinados, que aportan una menor cantidad de fibra. Además, sería preferible no aportar grandes cantidades de fibra en una misma comida.

3. Añadir aceite de oliva en tus preparaciones: el aceite de oliva es un producto de alta calidad nutricional, porque contiene grasas cardiosaludables. Además, aporta mucha energía a nuestro organismo. En casos de poco apetito es ideal, ya que además de ser saludable, añade buen sabor a la comida. Es recomendable aliñar todos los platos con un chorrito de aceite de oliva para que tengan más energía.

4. Comer poca cantidad con más frecuencia: presentar un plato muy cargado a una persona que no tiene hambre es contraproducente. Mucha cantidad de comida le puede abrumar. Comer poco y frecuentemente es un consejo para evitar la sensación de saciedad. Por ejemplo, se podría tomar el postre una hora más tarde, cuando ya no se esté tan lleno. Y distribuir la ingesta de comida en diferentes tomas a lo largo del día.

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5. Preparar cremas o triturados: cuando una persona no tiene hambre probablemente le apetece poco masticar. Un puré de verduras y pollo por ejemplo, contiene vitaminas, minerales y además el extra de proteína. Los batidos con fruta, leche y/o cereales o semillas pueden ser también una buena opción ya que son frescos, ricos y fáciles de tomar, aportando energía y nutrientes en cantidad. 
 

6. Programar un horario de comidas: para una persona que tenga poca sensación de hambre, es útil programar cuándo comer y establecer horarios fijos. De lo contrario, es común que se espacien demasiado las comidas por la falta de apetito.
 

7. Limitar los líquidos durante las comidas: aunque el consumo diario de agua es necesario, en este caso es recomendable no tomar demasiada agua ni líquido justo antes o durante las comidas para no aumentar la sensación de saciedad.
 

8. Crear un ambiente placentero para las comidas: compartir las comidas en familia y establecer un ambiente agradable conllevará que las comidas sean un momento más placentero. Aunque no tengamos mucha hambre, nos sentiremos cómodos al sentarnos a comer.
 

9. Preparar platos apetitosos: un buen plato entra por la vista. Preparar platos apetecibles, que formen parte de una dieta saludable, estimula la sensación de hambre y favorece que a la persona le apetezca comerlo. Una buena presentación estimula el hambre y es una buena manera de aumentar la ingesta cuando no hay mucho apetito. Lo mismo pasa con el olor. Si un plato desprende un aroma apetitoso, será más atractivo.
 

10. Practicar ejercicio: la actividad física tiene múltiples beneficios para el organismo y además al ser un gasto de energía, provoca que aumente el apetito. Establecer rutinas de ejercicio antes de las comidas es una práctica ideal para aumentar el apetito.
 

Esperamos que estos consejos te ayuden a aumentar el apetito y a disfrutar de los alimentos, en el contexto de una alimentación y hábitos saludables.

Esperamos que estos consejos te ayuden a aumentar el apetito y a disfrutar de los alimentos, en el contexto de una alimentación saludable.